Entrevista en La mar en coche
FM La Tribu - Buenos Aires
6 de noviembre
2018
Reflexión sobre la suerte de los gobiernos progresistas latinoamericanos.
Alguien: Bueno,
esta pregunta creo que no debe ser tan fácil contestarla desde Europa porque Diego
de alguna manera te preguntó sobre eso y no le respondiste, que tiene que ver
con los gobiernos populares de Argentina. Perdón, “Argentina” es un fallido. De
Latinoamérica. Porque vos decís “el neoliberalismo de izquierda es lo peor”.
Imagino que te referís a lo que se llamó la Tercera Ola o la Tercera Posición,
no me acuerdo, que tiene que ver con Blair y todo eso.
Pero los
gobiernos populares de Latinoamérica tuvieron una gran diferencia con esos
gobiernos, porque justamente, a su manera, no digo que radical y totalmente,
pero lucharon para acotar el neoliberalismo y para darle algo de voz a los
pueblos. Algo, no todo. Por ejemplo en Bolivia, a mí me sorprendió especialmente
cómo personas que no se animaban 20 años atrás frente a un blanco, hablaban con
toda autoridad. Se empoderaron realmente.
Entonces, yo
digo: no fue sólo lo que estos gobiernos que vos decis neoliberalistas de
izquierda prepararon, sino que hay una maquinaria… te pregunto si no pensás que
hay una maquinaria mundial… eh… cómo decir… informática, judicial y militar y
de medios como para pulverizar todo lo que se oponga al neoliberalismo y que
eso es lo que le están haciendo ahora a Latinoamérica.
Y por último,
perdón por ser largo lo que digo. A su vez, la pasión en este momento está
siendo acaparada por ciertas iglesias que invaden desde lo más fuerte de la
pasión, cooptando voluntades.
Esta es mi
reflexión, mi pregunta.
B: Muchas
gracias. Muchísimas gracias. Porque era la pregunta que estaba esperando.
Que es central en
Europa, como lo es en Latinoamérica, en todo el mundo. Pero especialmente en
Europa y Latinoamérica. Porque aquí está ya desarrollada en el pensamiento, en
la práctica, en la discusión del movimiento, esa cuestión de la soberanía
nacional, democrática, popular.
Yo puedo ver en
tus palabras, si entiendo bien, la diferenciación, la valorización de la experiencia
latinoamericana, como tentativa de valorizar el poder popular contra o en
substracción, en diferencia, al neoliberalismo. Seguro. Eso ha hecho. Pero
fracasó. Me parece. Lo siento mucho. Me parece que fracasó.
Alguien: Bolivia
todavía no.
B: De acuerdo.
Espero que Bolivia sea la excepción. Lo espero mucho y lo quiero. Pero fracasó.
¿Por qué fracasó?
Porque la soberanía nacional y popular no existe más y nunca existirá en el
futuro. La democracia fracasó, porque no tiene la fuerza para oponerse al
capitalismo global.
¿Por qué no tiene
esta fuerza? La pregunta que tenemos que preguntarnos es esta: (para decirlo de
manera brutal) ¿Google pertenece al territorio de los Estados Unidos o los
Estados Unidos pertenecen al territorio de Google? A mí me parece que los
Estados Unidos, como Italia, Argentina, Bolivia y China... (China, vamos a ver)
pertenecen al territorio de Google.
Lo digo de otra
manera. La verdadera fuente y el verdadero lugar del poder económico, tecnológico
y político contemporáneo es lo que usted llama la maquinaria global. La maquinaria
global, es decir, la conexión técnica y financiera que totalmente escapa a la
dimensión de la decisión política, democrática y hasta escapa a la posibilidad
de decisión humana.
Ese es el
problema, creo, que estamos enfrentando hoy. No es la voluntad política mala de
algunos poderes humanos identificables. No. Estamos enfrentando el autómata tecnolingüístico global. Eso es el poder contemporáneo. Entonces no sirve de
nada. Sirve de poco fortalecer la democracia en un país o en el otro. Porque
los Estados no pueden nada contra el poder desterritorializado del autómata global.
Vemos lo que está
pasando en esta historia de Facebook, que tenemos que legalizar, regular,
reglamentar, hacer leyes porque la… ¡Todas esas son bromas! Hay un amigo, un pensador
que se llama Eugeny Morozov, no sé si lo han conocido en la Argentina, que está
trabajando sobre la idea de soberanía política contra las corporaciones
globales.
Este intento bien
intencionado, amable, bueno, no tiene fundación, no tiene posibilidad. Porque
la soberanía política es cosa del pasado. Porque la soberanía política murió.
Ese es el problema.
En 1977, el año
en el cual todo sucedió, un ingeniero y un sociólogo franceses, Alain Minc y
Simon Nora, escribieron un pequeño libro titulado “La informatización de la
sociedad”. Era un reporte, una cosa escrita para el presidente de la República,
Valery Giscard d'Estaing.
Era una cosa políticamente muy importante. El tema era: ¿qué pasará en el futuro
cuando el teléfono se conecte con la computadora? Era una cuestión formidable. Y Alain Minc dice lo primero que pasará es que los Estados nacionales
no tendrán ningún poder. Porque el teléfono y la computadora conectados (que
significa internet, evidentemente, no existía la palabra internet en el 77 pero
el concepto ya se articulaba)... La conexión entre el teléfono y la computadora produjeron
un efecto muy simple: la información ya no podrá ser territorializada al
interior del Estado nacional. Y como el poder político es fundamentalmente
información, el poder político se encontrará desamparado. Es lo que está
pasando hoy, evidentemente.
Entonces lo que yo estoy diciendo, puede parecer muy
pesimista, casi inutilista en un sentido. No estoy diciendo no podemos hacer
nada. Estoy intentando decir una cosa muy diferente.
Estoy
diciendo: el lugar de la alternativa no es la voluntad política de los Estados
nacionales o de los pueblos nacionales o de la democracia. La verdadera
capacidad de alternativa se encuentra en el interior del cerebro conectado.
Concretamente eso significa que lo que yo llamo cognitariado, es decir el
proletariado cognitivo, es decir millones y millones de personas que cada día
trabajan en la red, estos cerebros conectados y aislados, estos cerebros sin
cuerpo, tienen sí el poder de cambiar todo. Tienen el poder de desmantelar la
maquinaria global. Tienen el poder de reprogramar la maquinaria global según un
principio diferente del principio de la valorización capitalista.
Entonces, si insistimos en ganar la batalla electoral a
nivel nacional para imponer una democracia que pueda… de acuerdo en hacerlo, si
no tenemos nada más que hacer. Pero tenemos otras cosas que hacer. Tenemos que empezar un
proceso de erotización, de organización afectiva, social, lingüística, de los
cerebros conectados pero aislados.
[el audio sigue con la propuesta de una alternativa centrada en el cognitariado]